Como si el hombre
por fin no existiera,
un mar profundo
de nubes muy densas
cubre la tierra
y ahoga las huellas.
Huellas pasadas
de muertes y guerras,
oscuros progresos
que al dolor llevan,
miserias cambiantes,
duras y siniestras,
dispuestas a dar
allí donde más duela.
Y la tierra pide
su eterna grandeza,
porque de morir alguien
ella es quien se queda
y en este mandato
quedaremos fuera
siendo el mar
de densas nubes
quien borre nuestro paso
en esta estrella llamada tierra,
ya que no es tuya ni mía,
siempre ha sido y será
su propia reina,
la que imponga sus leyes
cuando quiera y crea.
Y nosotros quedamos fuera
de este mar de nubes
que inunda nuestra inmunda
y despreciable huella en la tierra,
porque de las especies que la habitan
somos la más depredadora,
codiciosa y la más carroñera.
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