- Poesías para un padre.



Que decir de mi padre, un hombre sonriente, con carácter y el pequeño de todos los hermanos, al que tocó vivir una posguerra algo más amparado por ser el benjamín de la casa.

Dos de sus hermanas expatriadas a Rusia (llevo el nombre de una de ellas), con una madre de armas tomar, viva y lista donde las haya, que supo llevar los pantalones de la casa y supo tomar decisiones fuera de lo común, o no, en aquella época; tudelana chiquitina y fuerte que vino a Bilbao a sacar a la familia.

Esas raíces de Tudela las arrastraba mi padre y una parte llevo yo también (con orgullo): no sé por qué pero me siento unida a esa abuela que nunca conocí porque murió siendo yo una bebé y aún así, me identifico con ella (esto son cosas mías).

Lo que más recuerdo de mi padre es su afectividad, lo cariñoso que era conmigo (con algún hermano fue más duro), su hacer lo que le venía en gana, su extrema religiosidad, su don de gentes, su alegría, sus libros y cómics encuadernados, su actuaciones como presentador de eventos, sus organizaciones de viajes para ver santuarios, sus fotos y multitud de cámaras, sus proyectores de películas en super 8, sus comidas y cenas navideñas (y en ellas su txangurro, sus banderillas, su marisco,...) su don comercial, su elegante planta, su Chomin con ch, su fidelidad a mi madre en sus últimos años de vida, ...

No quiso dejarla sola en la residencia y se marchitaron juntos, permaneció junto a ella (a veces sin llegar a entenderla mucho en su problemática física porque le dolía) hasta que la muerte les separó.
Pudo quedarse en casa (él estaba bien para cuidarse de si mismo, pero no para atender a su mujer como necesitaba) y que mi madre fuera a la residencia; se negó en rotundo, la quiso acompañar sin ningún tipo de duda:  "a estas alturas, ahora no voy a dejar a tu madre", "ya os va a joder el humo", "me estáis haciendo la cama, vuestra madre no va sola a una residencia",...

Sumido como estaba en una depresión por verse en un sitio que no era el suyo, sin libertad, mermado por ver a mi madre cada vez peor y él con dolores continuos por una prótesis de cadera mal colocada, se le fue apagando la alegría, la sonrisa, el amor a la lectura, las ganas de salir de la habitación, el optimismo, la sabiduría, la religión .... se le fue apagando la vida viviendo en una residencia que para él era como una cárcel.

Poco entendido (a veces creo que hasta no respetado) y valorado se sintió al final de sus días. 
Un hombre siempre muy independiente, le cortaron las alas y quedó anulado en su habitación; su fuerte carácter le hacía estar agrio, malhumorado y más arisco de lo que era, pero yo sé que ese no era él; se perdió en dos malditos años, se perdió lo bueno y quedó lo peor en algunos momentos para no hacerle ningún favor.

Siento que debí de haber hecho algo más para que volvieran a su casa a vivir (aunque fue su elección ir a la residencia, se arrepintió al de bien poco y no se le permitió rectificar), al margen de las circunstancias y al margen de las oposiciones. 
Sé que debí de haber hecho algo más para que le dejaran hacer realidad el único anhelo que les quedaba; salir de la residencia y llevarse a su mujer a otra casa (a la suya creía que no podía volver porque ya estaba ocupada).

Algunas y buenas conversaciones cuando estábamos solos ya hemos tenido; en ellas me expresaba su sentir y hay frases que en mi cabeza aún las escucho igual que como me las dijo:
"Hija, por muy alegre que entres, aquí acabas triste", "me resulta muy duro ver a tu madre así", "mi única ilusión es llevarme a tu madre de aquí, me lo pide todos los días",... o sus famosas frases que recordamos los hermanos de "mierda en un bote grande", "ya te va a joder el humo", "te meto un brazo por una manga", "a buenas horas mangas verdes",. "¡qué joder más soso!", ... y cantar, ¡qué bien cantaba! le recuerdo cuando era pequeña a las mañanas cantando mientras se aseaba, con su voz muy parecida a la de Jorge Sepúlveda.


Esto es lo que me queda para él después de su marcha inesperada cuando le operaron para reemplazarle la prótesis de cadera... mi amor hacia un padre que conmigo fue la parte amable y cariñosa, incluso aún no habiendo hecho pocas, algunas o muchas cosas bien (como supo), ... mi padre.

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