Agua de lluvia

Como agua de lluvia

que no se espera,

empapas de ti

con tu presencia,

llenando los agujeros

de mis aceras.

Como agua de lluvia
que cae certera,
floreces amores

que estaban dormidos

en los rincones

del olvido y la pena.

Como agua de lluvia

fina y serena,

refrescas días

y noches eternas,

apaciguas la herida

que llora perpetua.

Como agua de lluvia

mi vida te espera,

para que la colmes

y llenes de estrellas,

de amor en los labios,

de tus manos llenas,

quizás de sabores

que una no piensa,

porque como agua de lluvia,

sorprendes cuando caes en primavera.

Dos

En las aguas del equívoco
anda perdido el dos,
no encuentra su eterno cielo

confundido por dolor,

queriendo parecer cierto,

banalizando el amor.

Sus palabras de cordura,

las cambió por el olor

de lo áspero,

lo duro,

del desacuerdo el hedor.

Esperando estoy que vuelva

de su corazón calor,

palabras de confianza,

conversación entre dos,

que acerque 

y no que separe,

que lleve a la comprensión.

La herida

Sin remedio encontrado,
la herida se abre de nuevo

quedándose el pensamiento abatido,

casi muerto, 

colgado de recuerdos

de lo que parecía ser cierto

no siéndolo.

Dolientes momentos

injustos y necios,

carentes de sentido,

de algo de acierto,

momentos confusos

sin encontrar consuelo

que claman cordura

entre tanto desconcierto.

La mente confundida

y el corazón abierto

en otra profunda herida

que crea desasosiego,

acorralando a la paz

que pide su sitio pleno.

Amanece de nuevo

Mece la mente
no tengas prisa
aunque las cosas ocurran
de esta forma sorpresiva,

como ocurren los dolores,

igual que ocurre en la vida,

que cae un rayo donde quiere

e incendia o quita vidas.

Acuna el alma

aunque haya daño,

que ya estaban 

las centellas y truenos

en otros pechos temblando

y con cambio de presiones

los ha dejado sonando,

sin tú verlo ni saberlo

te ha caído encima el rayo.

Adormece el dolor

que estás sintiendo,

el de no entender nada

de lo que está ocurriendo,

que si tú no has sido el cielo

no le puedes dar arreglo,

así que deja que el tiempo

cure y sane sus heridas

de haberte cortado el cuello

y puesto a los pies de caballos

sin rubor ni miramientos.

Espera que amaine el viento,

que deje de caer lluvia

y dejen de sonar truenos,

que el claro de un nuevo día

te hará ver todo aún más bello

y no dudes que todos los días

amanece de nuevo.