sin coser sus sueños rotos,
que hilvanaron nuestras vidas,
las de sus hijos y las de otros.
Manos que pintaron años
y empapelaron destinos,
que hicieron arroz con leche
y garbanzos con tocino;
pusieron varios enchufes,
limpiaron culos de niños,
taparon oídos sordos
y boca para no emitir quejido.